El ambiente de agitación
social iba en aumento desde 1931, lo que se refleja en la convocatoria de
huelgas, insurrecciones de trabajadores y ocupaciones de tierras. Entre los
conflictos más graves destacan las insurrecciones campesinas de Castilblanco (Extremadura), dirigida por
la UGT en 1931, y la Casas Viejas (Andalucía), dirigida por la CNT en 1933. La
dura e irregular actuación policial,
especialmente en Casas Viejas, donde fueron fusilados numerosos campesinos
indiscriminadamente, desacreditó el gobierno e indignó la opinión pública.
A partir de 1931, la
agitación social aumento manifestándose en el aumento de huelgas (el número de
huelgas se cuadruplicó entre 1929-1930 y se duplicó en 1932 intensificándose el
clima de desórdenes y violencia),
insurrecciones y ocupaciones de tierras. Entre los conflictos sociales más
graves destacan las insurrecciones campesinas de Castilblanco (Badajoz)
dirigida por la UGT en 1931, el de Casa Viejas (Cádiz) dirigida por la CNT en
1933 y en menor medida el de Arnedo y Alto Llobregat (insurrección que
pretendía el comunismo libertario en 1932). La dura represión policial donde se
fusiló indiscriminadamente a campesinos
desacreditó al gobierno e indignó a la opinión pública. El gobierno destituyó
al general Sanjurjo por los excesos cometidos y deportó a un centenar de
anarquistas a Guinea.
El invierno era la estación del año de menor
trabajo para los jornaleros de Extremadura y Andalucía, lo que hacía que fuera
un momento de gran tensión social. El 20 de diciembre de 1931 en Castilblanco,
un pueblo relativamente grande de la provincia de Badajoz, la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT) convocó una manifestación
pacífica para pedir trabajo, pero la Guardia Civil la disolvió (aunque no hubo víctimas)
alegando que no tenían derecho a hacerla (aunque era un derecho reconocido en
la Constitución de 1931 que hacía pocos días que las Cortes
Constituyentes de la Segunda República habían aprobado). La FNTT convocó
entonces una huelga general de dos días cuyo objetivo era
conseguir el traslado del jefe local de la Guardia Civil, al que acusaban de
apoyar a los propietarios y caciques frente a la legislación social recién
implantada.
Se convocó una nueva manifestación
para el día 30 pero el alcalde no dio permiso, aunque al final se celebró sin
que se produjeran incidentes. Al día siguiente, el alcalde envió a la Guardia
Civil a la Casa del Pueblo, sede la FNTT, para pedir que se cancelara una nueva
manifestación prevista para aquel día. Mientras estaban negociando, un grupo de
mujeres insultó a los cuatro guardias civiles que estaban fuera. Pero uno de
los guardias, al tratar de impedir que entraran en el local, dispararon un tiro
y una persona murió. A continuación, la muchedumbre se abalanzó sobre ellos con
palos, piedras y cuchillos y los linchó allí mismo con ensañamiento.
La conmoción que provocaron estos
hechos en el país fue enorme. El general José Sanjurjo,
director general de la Guardia Civil, comentó que ni siquiera en las cabilas más primitivas de Marruecos había visto cadáveres tan salvajemente
mutilados. El entierro de los cuatro guardias civiles fue presidido por el
Ministro de la Gobernación, Santiago Casares
Quiroga. El doctor Marañón en un artículo publicado en el diario El Sol consideró los sucesos de Castilblanco
como un nuevo "Fuenteovejuna", y explicó los asesinatos como
el resultado de las condiciones inhumanas en que vivían los jornaleros
extremeños señalando que los verdaderos responsables de las muertes eran
aquellos que mantenían a los campesinos en un estado de miseria y atraso
vergonzosos. Este fue uno de los argumentos que usó Luis Jiménez de Asúa, abogado defensor de los encausados
(y que había sido el presidente de la comisión que había redactado el proyecto
de Constitución de 1931), pero el tribunal pronunció seis sentencias de muerte,
luego conmutadas a cadena perpetua.
La tensión generada a raíz de los
acontecimientos de Castilblanco enrareció el ambiente político y social del
momento. El jefe de la Guardia Civil, el general Sanjurjo, que encabezaría un
fallido golpe de Estado en 1932 y sería uno de los promotores del golpe
de julio de 1936 que dio comienzo a la Guerra Civil, se mostró indignado por lo sucedido.
A los pocos días en Zalamea de la Serena la intervención de la Guardia Civil,
en lo que parecía un escarmiento por los sucesos de Castilblanco, mató a dos
campesinos e hirió a tres más. En Épila (Zaragoza), el sábado 2 de enero los obreros de
una fábrica azucarera se declararon en huelga para exigir que se contratara
preferentemente a los censados en ese término municipal, siendo apoyados por
los jornaleros de la localidad, que ese día no salieron a trabajar al campo y
cerraron algunos establecimientos. Al día siguiente, domingo 3 de enero, se
reunieron en la plaza del pueblo unas quinientas personas. La Guardia Civil
intervino y para despejar la plaza disparó y mató a dos personas e hirió a
varias más. Al
día siguiente, lunes 3 de enero, una manifestación de campesinos en Jeresa (Valencia), enfrentados a los patronos que no
aceptaban las bases de trabajo propuestas, recibió a la Guardia Civil a caballo
con insultos y piedras. Hubo una carga de sables y disparos. El resultado fue
cuatro muertos y trece heridos, dos de ellos mujeres. Dos
días después, el 5 de enero, tenían lugar los hechos más trágicos, los sucesos de Arnedo.
La tensión
generada por los sucesos de Castilblanco probablemente influyó en el trágico
final de los llamados sucesos
de Arnedo, ocurridos cinco días después, el 5
de enero de 1932. En esa localidad riojana se produjo otro choque
con la Guardia Civil, cuando un grupo de trabajadores acompañaba a una
delegación que acudía a una reunión con los patronos para negociar el fin de una huelga convocada por la Unión General de Trabajadores. Cuando la Guardia Civil se acercó a los trabajadores
reunidos, estos comenzaron a increparla. Los agentes, nerviosos por los
acontecimientos de Castilblanco, abrieron fuego contra la multitud, matando a
once personas –entre ellas un niño y cinco mujeres– e hiriendo a treinta. Estos
sucesos causaron un enorme escándalo. Si tras los sucesos de Castilblanco la
opinión pública se solidarizó mayoritariamente con la Guardia Civil, en esta
ocasión sucedió lo contrario. Las Cortes pidieron la destitución del jefe de la
Guardia Civil, el general Sanjurjo. El gobierno
de Azaña se negó a hacerlo, pero un mes más tarde lo sustituyó por Miguel
Cabanellas y lo nombró jefe de los Carabineros.
Se conoce como sucesos de Castilblanco al
enfrentamiento habido en la localidad española de Castilblanco (Extremadura),
el 31 de diciembre de 1931, entre unos campesinos de la localidad y la Guardia
Civil que acabó con el linchamiento de cuatro miembros de ese cuerpo.
En 1931 el campo extremeño vivía sumido en el más
absoluto atraso y abandono. Las tierras estaban en manos de unos pocos
propietarios que explotaban sus latifundios en régimen casi feudal, cuando no
las tenían destinadas para una de las aficiones favoritas de los señores
caciquiles: la caza de la zurita, la perdiz, el venado o el jabalí. La
industria simple y llanamente no existía.
Castilblanco era un pequeño pueblecito de la Siberia
extremeña, cerca de Herrera del Duque, de apenas 2.700 habitantes y muy mal
comunicado con el exterior. A él se accedía después de cruzar en barcaza el
ancho Guadiana que por su cercanía casi acaricia las primeras casas de pueblo.
En 1931 Castilblanco era una población totalmente despolitizada que no había
presentado ninguna candidatura republicana de izquierdas.
Desde abril a diciembre de 1931 en Castilblanco se
asienta de una manera muy firme el sindicato FNTT (Federación Nacional de los
Trabajadores de la Tierra) brazo sindical-agrícola de la UGT. La afiliación a
partidos de izquierdas sube como la espuma y se coloca a la altura de los
pueblos del entorno.
Autor:
Diego Pérez Vidal y Daniel Prada Vázquez
Fuentes:
-
http://www.guerracivil1936.galeon.com/problemas.htm
-
Enciclopedia: “Océano uno color”
-
Libro de texto y apuntes
-
Blog de Historia de España.
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