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domingo, 11 de mayo de 2014

La revolución de octubre en Asturias.(y I)



Los hechos de octubre de 1934 fueron interpretados de maneras muy diversas por sus contemporáneos y por historiadores. Para algunos, fue un intento bolchevique que, de haber triunfado, hubiera conducido a una dictadura de comunistas y socialistas de la izquierda. Para otros, supuso una opción de ilegalidad para defender la legitimidad de origen del régimen republicano, desviado de su trayectoria por la derrota electoral de la izquierda y la llegada al poder de una coalición reaccionaria. Otros la interpretan como una maniobra defensiva de los trabajadores para evitar el establecimiento inminente de una dictadura fascista en España. Algunos puntos fundamentales para comprender la el proceso que condujo al Octubre español son los siguientes.
En el año 1932 y 1933, Asturias es la primera provincia de todo el Estado en número de huelgas: en 1932 participan en la lucha huelguística 59.236 trabajadores asturianos y en 1933 se da un fuerte aumento llegando a participar 105.286 trabajadores. En esos momentos hay en Asturias 70.000 trabajadores sindicalizados lo que da un porcentaje altísimo de su población asalariada; más del 50%. El núcleo que marca la pauta es el obrero, especialmente el minero. Durante todo el año 1934 se da un crecimiento progresivo de la lucha. La revolución de octubre no surge de la nada, sino de luchas en Trubia, en la fábrica de cañones contra una reducción de plantilla. En abril, llega a haber 11.000 huelguistas en la cuenca minera teniendo tiroteos con las fuerzas represivas. En mayo se suceden los mítines y manifestaciones. El 1 de septiembre el grupo femenino socialista de Sama de Langreo, apoyado por mineros, muchos de ellos armados, se manifiestan contra «la guerra y el fascio». Estos acontecimientos dan lugar a enfrentamientos y nuevos tiroteos, tomando parcialmente la población la Guardia de Asalto. Las mujeres vuelven a concentrarse en la Casa del Pueblo para iniciar una marcha que es impedida por una carga de caballos con el balance de un muerto. Al día siguiente estalla la huelga general por la cuenca minera y la Duro-Felguera. Continúan los conflictos y el día 8 y 9 de octubre se da una huelga general total ante la «visita» e intento de concentración de la derecha más reaccionaria encabezada por Gil Robles, en Covadonga.


Este mitin-concentración de los clerical-fascistas fracasa como los otros dos que intentan en El Escorial y Madrid (este último de los terratenientes de Catalunya). Los trabajadores de estas zonas afectadas levantaron los rieles de los tranvías, pararon los trenes, impidieron la venta de comida y el alquiler de alojamientos, colocaron barricadas en los caminos y carreteras y rechazaron y dispersaron a los grupos reaccionarios.

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