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viernes, 21 de marzo de 2014

Tercera y última convocatoria electoral: 23 de Febrero de 1936



Todas las medidas revisionistas del bienio radical-cedista, como la Ley de Contrarreforma agraria, fomentaron inevitablemente las tensiones sociales. Por si fuera poco, en septiembre de 1935 se produjo la más complicada crisis del periodo de gobierno, y en octubre estalló el primero de los escándalos protagonizados por los radicales: el “estraperlo”. La mayoría de los implicados tuvieron que dimitir y las izquierdas aprovecharon el asunto para utilizarlo en contra del gobierno. Ese escándalo junto con la crisis política provocó la dimisión de Lerroux, también implicado, a finales de 1935. La ineficacia política de la coalición entre radicales y cedistas, de imposible entendimiento, favorecieron más aún su progresivo deterioro.

El comunismo y el fascismo durante la II República fueron ganando peso. Tal como deseaban los comunistas del PCE, la Revolución Rusa se convirtió en un mito para gran parte del socialismo español. Largo Caballero, tras la derrota electoral de 1933, se lanzó a una propaganda revolucionaria que fue seguida con entusiasmo por la juventud socialista cuyo programa era prácticamente comunista. En el otro extremo político surgieron grupos políticos afines al fascismo: en 1931, Ramiro Ledesma Ramos fundó las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista) y en 1933, José Antonio Primo de Rivera fundó la Falange Española.

En 1934 se concretó una federación de izquierdas republicanas, con la formación de Izquierda Republicana, que con la unión de las izquierdas burguesas formaría el denominado Frente Popular. La campaña electoral de este partido para la elecciones de 1936 se centró en el deseo de restablecer la República de 1931, frente a la corrupción y el reaccionismo de los dos últimos años de gobierno Radical-Cedista. Una de las ventajas con las que contaba era que centralizó sus candidaturas, lo que les permitió presentarse con una única para toda España, frente a la división de las derechas.

El resultado de las elecciones de febrero de 1936 fue una sorpresa. El país se había dividido en dos tendencias semejantes en cuanto a fuerza: el Frente Popular (23 provincias más las islas Baleares y Canarias) y las derechas (24 provincias del centro-norte peninsular menos Madrid, Asturias y pequeñas zonas de Teruel y Zaragoza). Terminaría ganando el Frente Popular y Manuel Azaña como líder se hizo cargo del gobierno. Se ha dicho que estas elecciones fueron un directo antecedente de la Guerra Civil, al ya enfrentarse en las urnas dos sectores de España que unos meses más tarde lo harían en las trincheras.


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