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viernes, 21 de marzo de 2014

Reformas del primer bienio de Azaña (1931 – 1933) (I)



Cuestión religiosa                                                          
La aprobación de los polémicos artículos 26 y 27 de la Constitución de 1931 abrió el camino para imponer las pautas para la secularización legal del Estado por parte de la izquierda gobernante.
Contra el parecer de muchos republicanos, el anticlericalismo se convirtió en uno de los pilares normativos del régimen, difuminando el efecto democratizador de la legislación laicista y otorgando a los adversarios de la República una baza psicológica que supieron utilizar.
Cartel en defensa de la escuela católica


La reforma religiosa se centró en cuatro puntos:
1.     Secularización de los usos sociales
2.     Control estatal sobre las actividades de las asociaciones religiosas
3.     Reversión al patrimonio nacional de una parte de los bienes eclesiásticos
4.     Eliminación de la influencia del clero en el sistema educativo
Las principales medidas legales fueron:
a)    El Decreto de disolución de la Compañía de Jesús, del 23 de enero de 1932: el Gobierno se limitó a dar de baja a la Compañía y a nacionalizar parte de sus bienes (colegios y residencias), no se trató de una nueva expulsión de los jesuitas. Los miembros de la Compañía pudieron seguir ejerciendo su ministerio en el país pero sin vinculación a una orden.
b)    El Decreto de secularización de los cementerios. Firmado el 30 de enero de 1932, establecía la propiedad municipal de la necrópolis.
c)    La Ley de Divorcio, del 2 de febrero de 1932. Siendo un derecho optativo, el Estado garantizaba la libertad de conciencia de los ciudadanos al regularlo y mantenía la validez legal del matrimonio religioso.
d)    La Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, aprobada por las Cortes el 2 de junio de 1933 y reglamentada por un Decreto del 27 de julio. Consistió en la regulación de las órdenes y congregaciones religiosas, la reglamentación del culto público, nacionalización de parte del patrimonio eclesiástico y demás lugares destinados al culto religioso.
Atracaba, además, la base del sistema educativo confesional al decretar el cierre de los centros de enseñanza de la Iglesia, con excepción de los seminarios.
Sin embargo, cuando se aproximaba el término del plazo legal para el cierre de los centros religiosos, se produjo la derrota electoral de la izquierda. Los nuevos gobernantes radicales suspendieron la aplicación de la Ley de Congregaciones, lo que permitió a la Iglesia mantener abiertos sus establecimientos docentes.

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