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viernes, 21 de marzo de 2014

Estrategias de las elecciones municipales de 1931


Clausurada la vía conservadora y fallida la apertura hacia la izquierda liberal, al rey Alfonso XIII no le quedaban prácticamente opciones de gobierno que apoyar. Los dirigentes de los partidos dinásticos aceptaron finalmente integrar un gobierno de concentración monárquica que juró el día 18. Lo presidía el almirante Juan Bautista Aznar, figura de quien dijo Gabriel Maura que llegaba al Consejo procedente “geográficamente de Cartagena y políticamente de la Luna”. Pero el auténtico inspirador del Gabinete era el Conde de Romanones, Álvaro de Figueroa.

El programa gubernamental se limitaba prácticamente a ralentizar el proyecto de vuelta a la normalidad constitucional mediante una serie de consultas electorales que renovasen los diversos cargos de representación popular. El inicio de la campaña electoral abrió un relativo paréntesis en esta conflictividad. Las elecciones municipales debían resolver la interinidad establecida desde hacía un año en los ayuntamientos y otorgar así mayor credibilidad democrática al resto del proceso electoral. Socialistas y republicanos eran especialmente fuertes en las grandes ciudades donde la extensión del caciquismo monárquico hacía que se considerase a muchos pueblos como auténticos burgos podridos.

Los gubernamentales, divididos y debilitados por la precampaña para las frustradas elecciones a Cortes, por el contrario los partidos de la Conjunción republicano-socialista actuaban muy coordinados y extendían en el electorado la convicción de que un triunfo propio en las municipales constituiría un plebiscito popular a favor de la República. En las elecciones del 12 de abril los antimonárquicos triunfaron en 41 de las 50 capitales de provincia y en otras grandes poblaciones, siendo casi el 50% del total de votos. El sistema caciquil había fallado estrepitosamente por primera vez y los notables alfonsinos, sorprendidos por la magnitud del fracaso, se mostraban dispuestos a conocer en aquel comportamiento del electorado el plebiscito en favor del cambio de régimen que reclamaba la oposición.

Cuando las primeras informaciones de la prensa confirmaron el triunfo moral de los republicanos, éstos se echaron a la calle en muchas ciudades, abriendo paso a una revolución popular de carácter pacífico. El conde de Romanones, por encargo del monarca, intento una negociación. Al final el conde aceptó la solución más sensata: la marcha del monarca y un traspaso ordenado de poderes al Gobierno provisional de la República. Así, Alfonso XIII abandonó su palacio y embarcó en Cartagena en un crucero de la Armada rumbo al exilio, aunque ni abdicaba ni renunciaba a la corona, sino que se limitaba a esperar a que las circunstancias posibilitasen su retorno y el final de la suspensión del ejercicio de sus poderes constitucionales. 


(Fuente: http://iescorneliobalbohes.file
s.wordpress.com/2012/01/elecciones-
municipales-abril-1931.jpg)
(Fuente:http://iris.cnice.mec.es/kairos/mediateca/cartoteca/pagsmapas/republica1.html)

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