En
sus inicios la república se encaminaba hacia un frente común antimonárquico,
pero más tarde la república se interiorizó de diversas formas, claro está, sin
contar sus detractores.
Para
unos la república era entendida como un instrumento de revolución social, los
socialistas más radicales coinciden en que la proclamación de la II República
permitiría llevar a cabo las transformaciones democráticas que en Inglaterra o
Francia se habían realizado a través de las revoluciones burguesas del siglo
XVII y XVIII: la reforma agraria con la destrucción de la propiedad feudal, y
la creación de una clase de pequeños propietarios agrícolas; la separación de
la Iglesia y el Estado, estableciendo el carácter laico y aconfesional de la
República, terminando con el poder económico e ideológico del clero; el
desarrollo de un capitalismo avanzado que pudiese competir en el mercado
mundial, creando un tejido industrial diversificado y una red de transportes
moderna; la resolución de la cuestión nacional, concediendo la autonomía
necesaria a Catalunya, Euskadi y Galicia, e integrando al nacionalismo en la
tarea de la construcción del Estado; la creación de un cuerpo jurídico que
velara por las libertades de reunión, expresión y organización, sin las cuales
era imposible dar al régimen su apariencia democrática. En definitiva el
programa clásico de la revolución democrático-burguesa.
Más
tarde la derecha llego al poder con expectativas diferentes de estabilidad
social. Para esto llevaron a cabo medidas de rectificación del gobierno
republicano anterior que fueron entendidas por ellos como contrarias a la
república: se frenó la reforma agraria, situaron en puestos clave del ejército
a militares antirrepublicanos, se opusieron a los proyectos autonómicos, se
aprobó un presupuesto de culto y clero y se inició negociaciones con la Santa
Sede para firmar un concordato.
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Manifestación de parados anarcosindicalista en el Alto Aragón |
En
la práctica política, para dar cauce a tan diversos horizontes y hacerlos
compatibles se abrió un debate sobre el contenido, alcance y ritmo de las
reformas que fueron generando disensiones y engrosando las filas de los que se
oponían al régimen. Este conflicto de intereses sociales alrededor de grandes
asuntos como la propiedad agraria, la cuestión religiosa, la reforma educativa
y la organización del territorio hizo aflorar tensiones fruto de estas
expectativas contrapuestas.
Autores:
- Javier
Salgado nº15
- Ignacio
Rodríguez nº13
Fuentes:
http://revolucionespanola.elmilitante.org/articulos/mh_9.htmhttp://revolucionespanola.elmilitante.org/articulos/mh_9.htm
http://centrodeestudiosandaluces.es/descargas.php?mod=publicaciones&fileid=21http://centrodeestudiosandaluces.es/descargas.php?mod=publicaciones&fileid=21
http://perseo.sabuco.com/historia/ll%20Republica.pdfhttp://perseo.sabuco.com/historia/ll Republica.pdf
“Autonomía
y Hacienda autonómica catalana durante la Segunda República y la Guerra Civil,
1931-1939.”
Rafael Vallejo Pousada, Universidade de Vigo.
(dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3137729.pdf)
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