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lunes, 21 de abril de 2014

LA REACCIÓN A DICHAS REFORMAS (y III)



Los sectores más conservadores de la sociedad reaccionaron negativamente a los procesos reformistas. Muchos propietarios de tierras se opusieron a las nuevas medidas. Algunos empresarios industriales cerraron fábricas y expatriaron capitales. La Iglesia Católica, por su parte, temía la vuelta a una política anticlerical.
A pesar de la rapidez con que el gobierno inició la aplicación de las reformas, para los sindicatos y los partidos obreros había que ir mucho más rápido, no solo en el tiempo de aplicación, sino en el fondo de la reforma, es decir, creían que había llegado el momento de poner en práctica la esperada revolución social. Por el contrario, Falange (que no tenía representación parlamentaria) incrementó su afiliación y puso en práctica la dialéctica de los puños y las pistolas con la finalidad de provocar a las organizaciones de izquierdas. La violencia fue en aumento; los atentados de uno y otro signo (bombas, tiroteos, paseos) eran continuos y las huelgas y los disturbios crecientes. El problema del desorden público fue empleado por los grupos de derechas para desacreditar al régimen republicano y al gobierno del Frente Popular.
Bibliografía:
ALFEIRÁN RODRÍGUEZ, x y otros: Historia de España. Ed. Bahía edicións. A Coruña 2003.
TUÑÓN DE LARA y otros: Historia de España. Ed. Historia 16. Madrid 1986

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