1-Uno de los grandes
intentos de estructuración del Estado lo constituye el federalismo en el seno
de la I República.
El federalismo primargalliano, si bien desconoce razones históricas y
culturales, admite que uno de los pactos sociales sea tratado a nivel de región
histórica. En su concepción de la sociedad como una serie de pactos
escalonados, el primargallismo condiera que la legitimidad de los particularismos
debe asentarse en el pacto democrático. Por otra parte, la mística federal del
progreso universalista difícilmente compaginaba con el primitivismo atribuido a
la lengua y cultura gallega, en pleno Rexurdimento por esas fechas. No
obstante, aunque por distintos caminos ideológicos, federales y regionalistas
llegaban a similares conclusiones.
2- La Restauración, con lo
que significó de recuperación oligárquica y marginación de los núcleos
republicanos, federales y carlistas, va a potenciar un acuerdo entre excluidos.
Siguiendo a Isidre Molas y salvando las distancias que separan el caso catalán
del gallego (inexistencia en Galicia de una burguesía enfrentada a la Restauración; escasa
fuerza del carlismo, reducido a ciertos sectores del clero y del señoritismo
rentista…), la
Restauración ocasionó una especie de compromiso entre
carlistas y federales; para ello, aquéllos recalcarán su aspecto foralista y
éstos el aspecto federal, relegando a un segundo plano la incompatibilidad de
la forma republicana con la cuestión dinástica. Esta especie de de compromiso
entre marginados estaría plasmado, a nivel teórico, en la obra de Alfredo
Braña; dicha obra trataría de integrar el tradicionalismo con aspectos
federales y ofrecer así una alternativa regionalita. Por otra parte, se observa
cómo, a partir de este momento, comienzan a producirse interferencias entre el
republicanismo no federal y el regionalismo: se cuestiona el regionalismo de
Brañas, Murguía, etc, desde ángulos liberales y se perciben, tímidamente las
primeras influencias regionalistas en el republicanismo. Síntoma de que una
nueva clase pequeño burguesa comienza a asumir la reivindicación gallega.
3- Otro momento de
potenciación de la reivindicación nacional gallega corre a cargo del movimiento
agrarista que se desarrolla entre 1907 y 1916, y que constituye una de las más
grandes movilizaciones de masas registradas en Galicia. Hablar de agrarismo
gallego es evocar inevitablemente el nombre de Basilio Álvarez, famoso abad de
Beiro, agitador de inflamada oratoria que más tarde acabará militando en el
lerrouxismo. Basilio Álvarez orientó y en gran parte condicionó el movimiento
agrario gallego, cuyos antecedentes había que buscarlos en la alianza electoral
de Solidaridad Gallega y los redencionistas del Director de Teis. Unos y otros
coinciden en las primeras Asambleas agrarias de Monforte en las cuales se va
conformando el programa agrario y se abandonan reivindicaciones más generales
de origen solidario.
En agosto de 1912, un grupo
de intelectuales gallegos, encabezados por Basilio Álvarez, lanza el manifiesto
de la Liga de
Acción Gallega. A partir de este momento, el movimiento agrario cobrará nuevo
impulso y mayor radicalización. El caciquismo, la abolición de los foros y la
necesidad de una verdadera representación gallega en las Cortes que recogiese
los ecos de las luchas agrarias, serán temas centrales en su actividad.
4- Son muchos los autores
que emparejan el nacimiento del nacionalismo gallego con la fundación de la
primera Irmandade da Fala. El hecho ocurrió en el año 1916 en Coruña, siendo su
principal protagonista el periodista Antón Villar Ponte. Alrededor de las
Irmandades, una intelectualidad pequeño burguesa se preocupa por buscar una
solución política a los problemas de Galicia. Con las Irmandades da Fala nace
el galleguismo político, disimulado bajo fines culturalistas. No está demasiado
claro como asegura Alfonso Bozzo, la consecución de la revolución burguesa en
Galicia y la descentralización del aparato de Estado que posibilitase aquella.
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Portada del Estatuto De Autonomía |
Como quiera que sea, a
partir de Irmandades comienzan a configurarse las dos corrientes que darían
prioridad a la cuestión gallega: la nacionalista, y la republicana autonomista.
La primera se constituirá en el Partido Galleguista; más tarde, después de
sufrir la escisión de Dereita Galeguista, se integrará en el Frente Popular. La
segunda, integrada sobre todo por los coruñeses seguidores de Santiago Casares Quiroga, se constituirá en la ORGA (Organización
Republicana Gallega Autónoma) en octubre de 1929, con la inclusión, en un
primer momento, de los nacionalistas republicanos de Villar Ponte. Defendía un
programa federalista, pero aparecía demasiado vinculada al republicanismo
estatal, con el que concertó el Pacto de San Sebastián.
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Reunión en
1936, presidida por Luís Iglesias Iglesias, de los miembros de las distintas secciones del
Seminario de Estudios Gallegos, institución que hizo contribuciones fundamentales
en la redacción del Estatuto de autonomía.
http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/23321/1/THII~N22~P18-29.pdf
Xosé Vilas Nogueria y Alfonso Alfonso Bozzo
Pilar Rojo
Noguera, Ramón Villares y Roberto L. Blanco Valdés
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