Aprobado el texto autónomico en
diciembre de 1932 por la
Asamblea de Ayuntamientos y los diputados gallegos, el
siguiente paso constitucional consistía en su plebiscitación por el electorado
gallego. Para cuidar de los pasos ulteriores del proceso estatutario fue creado
un Comité Central de Organización y Propaganda del Estatuto, en el que
participaron representantes de el PG, la
FRG, denominada ahora Partido Republicano Gallego, y Acción
Republicana y cargos institucionales. Su
presidente fue Osorio-Tafall y el secretario, Rajoy Leloup. Luego en la fase
final de 1936, su presidente sería J. López Bouza, también presidente de la Diputación Provincial
coruñesa. Al mismo tiempo se precisaba un decreto del Consejo de Ministros que
fijase la fecha de celebración y los requisitos del mismo.
La autorización fue dada, no sin
reticencias, en mayo de 1933 por el Gobierno Republicano, en el que Casares
Quiroga estaba al frente del Ministerio de Gobernación, y se dejó al Comité de
Autonomía la fijación de la fecha del plebiscito. Pero el clima político del
verano de 1933 inclinó al propio Comité a proponer un aplazamiento del plebiscito, que finalmente se substanció
en la reunión del 3 de diciembre de 1933, al decidir “aplazar sine die y
mientras las circunstancias lo aconsejen, el plebiscito del Estatuto".
Estas circunstancias fueron las elecciones generales de 1933, en las que
ganaron ampliamente las fuerzas de derecha (republicanos de Lerroux y la CEDA de Gil-Robles), que se
venían manifestando contrarias a los regímenes autonómicos.
El proceso estatutario gallego
quedó pues, paralizado durante más de dos años, ante el peligro de que si
perdiese el plebiscito, como sostenían los republicanos y muy claramente
Casares Quiroga.. Con todo, hay que reconocer que el verano de 1933 no era el
más adecuado para ganar un plebiscito, con un Gobierno azañista que atravesaba serias dificultades y una derecha
republicana o católica totalmente remontada después de su desastre electoral de
1931.
Por otra parte, las fuerzas
obreras, especialmente el reducido Partido Comunista, empiezan a asumir e impulsar
la cuestión autonómica. El PC desarrollará, en este sentido, una labor
importante, especialmente dentro de los sindicatos cenetista y socialista, al
haber renunciado a la formación de un sindicato propio. Las fuerzas obreras
empezaban a superar su ingenuo internacionalismo abstracto y a apreciar que las
autonomías regionales se inscribían, como la reforma agraria, en el marco de la
revolución democrática surgida el 14 de abril.
La victoria del Frente Popular en
las elecciones de febrero del 36 supone la creación del clima propicio para la
celebración del plebiscito, ya que el 70% de los diputados (desde los
centristas de Portela a los socialistas y comunistas) eran partidarios de la
autonomía. Pero la apuesta más decisiva a favor del proceso autonómico fue dada
por el Partido Galeguista, que, en un giro
estratégico conducido por Castelao y Bóveda, acordó suscribir un pacto
con los republicanos de izquierda y partidos obreros para su incorporación a la
coalición electoral del Frente Popular, lo que le costó una minoritaria
escisión por su derecha, Derecha Galeguista de Risco, Filgueira y otros
señalados militantes. Sin embargo, se
producirán demoras en la promulgación del decreto, debidas a las prioridades
del gobierno de Azaña: amnistía, restablecimiento de la Generalitat catalana,
reemprendimiento de la reforma agraria.
En la primavera de 1936 se retoma
el proceso estatutario, con la recuperación del Comité Central de Autonomía y
la organización de la campaña de propaganda a favor de su plebiscitación por el censo electoral. Por fin el 27 de mayo
se promulga el decreto que autoriza la celebración del plebiscito y se señala
la fecha del 28 de junio.
Frente a la amplia mayoría de
partidos, entidades y personajes que llamaban a la participación y pedían el
voto afirmativo, las posiciones en contra fueron muy escasas. La coalición de
derechas CEDA, de Gil Robles publicó un manifiesto llamando a la abstención
porque la autonomía llevaba a “destrozar la unidad nacional", sostenían, con un discurso muy similar al
actual, que los anhelos autonomistas equivalían al separatismo, postura en la que coincidían Acción Popular y Bloque Nacional
de Calvo Sotelo. En el centro
republicaano había una parte hostil al Estatuto, el Partido Republicano
Radical, pero también había otro republicanismo autonomista, la ORGA de Casares Quiroga; y
finalmente, dentro de la izquierda estaban el PSOE y los anarquistas, ambos
hostiles al Estatuto. De hecho, el PSOE manutvo una reunión en Monforte en
octubre de 1931 en la que acordó oponerse a la autonomía.
Se
puede afirmar que en la década del treinta,
los medios de comunicación, eran contrarios o reticentes o indiferentes
a la autonomía gallega. Muy pocos apostaron claramente por ese Estatuto, que,
sin embargo, las urnas respaldaron masivamente. Los medios de
prensa ligados con las organizaciones de derecha, El ideal Gallego de Coruña,
Faro de Vigo o la Región
de Ourense, se manifestaron abiertamente contra el referéndum, mientras que la Voz de Galicia, que siempre
fue crítica con el movimiento autonomista, dejó de mostrar hostilidad. Se puede
decir entonces la decisión ciudadana se dio sin que la prensa de aquella
Segunda República hiciera una campaña masiva a favor del texto.
El resultado oficial del plebiscito, proclamado por el
Comité Central da Autonomía, fue que 993,351 gallegos, el 73% de los censados,
votaron a favor del estatuto. Oficialmente sólo se registraron 6.161 votos en
contra. Esto supuso adentrar a Galicia en la senda estatutaria.
Unos días después Castelao y Gómez Román se trasladaban a Madrid, y el
15 de julio se entregó el texto del Estatuto al Presidente de las Cortes
Republicanas, Manuel Azaña para su preceptivo envío a las Cortes como
anteproyecto, pero sólo cuarenta y ocho
horas el general Franco se levantaba en armas, y la revuelta impidió que en el
Parlamento Español se sancionase nuestro primer Estatuto.
Xosé Vilas
Nogueria y Alfonso Alfonso Bozzo
Pilar Rojo
Noguera, Ramón Villares y Roberto L. Blanco Valdés
Paloma
Abejón Mendoza
Pedro Larrauri
Paloma Abejón
Mendoza
Abel Veiga
Enciclopedia:
Historia de Galicia
Edicións A nosa terra
Autores:
Cristina Cruz Moure Nº 3 2ºB
María López Villar Nº 10 2ºB
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