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lunes, 21 de abril de 2014

El intento definitivo(y IV)



Será a partir de aquí, cuando empieza realmente el proceso de aprobación del Estatuto de autonomía, repleto de incidencias y obstáculos, tanto legales como políticos. El más señalado, es la propia reticencia cara la autonomía de gran parte de fuerzas políticas de la época, desde las derechas no republicanas, que rechazaron de forma sistemática el autonomismo, hasta el amplio abanico de republicanos radicales, radicales-socialistas y de los partidos obreros, que en general, se desentendieron desde octubre de 1931 de la cuestión autonomista gallega. Una parte del republicanismo coruñés, liderada por César Alvajar con la agrupación A la Tercera República, hizo bandera de la lucha contra el autonomismo y al que apodaba de  “Estatuto caciquil”.
El 27 de abril de 1932, el Ayuntamiento de Santiago impulsó un movimiento municipalista, lanza la propuesta a las demás corporaciones gallegas de iniciar las gestiones para la consecución de un nuevo estatuto regional. Bien acogida la iniciativa por los demás ayuntamientos, el 3 de julio se nombra una comisión de 9 miembros,  presidida por Cabeza de León  que, recogiendo la experiencia del catalán y acogiéndose a lo estipulado en la Constitución, redactará el nuevo texto. La comisión está formada por tres regionalistas moderados, cuatro galleguistas y dos de ORGA. El texto fue redactado en el verano, fue sometido a información pública de ayuntamientos, partidos políticos, corporaciones y particulares durante varios meses y la Comisión contabilizó 50 enmiendas. Una nueva redacción del texto fue discutido en la Asamblea de Municipios, celebrada en Santiago los días 17, 18 y 19 de diciembre y aprobado en la última de las sesiones, después de acaloradas discusiones (especialmente en el punto referente a la capitalidad de la región), por una mayoría aplastante: se mostraron “conformes” el 77% de los ayuntamientos gallegos, que representaban el 84.7% de la población. En las sesiones estuvieron presentes, además de diversas entidades, 227 de los 319 ayuntamientos gallegos y los diputados a Cortes de la ORGA (ahora PRG), de Acción Republicana (Martínez Risco), del P. G., el radical Vega Barrera, el independiente de derechas Blanco Rajoy y el socialista Edmundo Lorenzo. Por otro lado el PSOE  se mantuvo al margen de la cuestión autonómica.
Un apoyo externo esencial para aquella movilización a favor del Estatuto fue el procedente de las colectividades gallegas de la emigración, a las que, como reconocimiento simbólico, se les informó por vía telefónica de la aprobación del texto estatutario. Más allá del protagonismo conseguido por dirigentes compostelanos como López Pol, Rajoy Leloup o el rector Rodríguez Cadarso, aparecieron nuevas figuras en el proceso estatutario, como los pontevedreses Alexandre Bóveda (galeguista) y Bibiano Fernández Osorio-Tafall (republicano). 

Xosé Vilas Nogueria y Alfonso Alfonso Bozzo

Pilar Rojo Noguera, Ramón Villares y Roberto L. Blanco Valdés

Enciclopedia: Historia de Galicia
                        Edicións A nosa terra

 

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